Maldita dulzura la tuya.
Muchas otras cosas se desvanecen, se me escapan de las manos, son posibilidades tan inciertas o tan carambolescas como cuando uno mira a los ojos a un amor imposible y sabe que esas pupilas siempre van a estar en otra parte, y esa sonrisa siempre va a ser menos de lo que uno espera, y las manos van a dar menos, cinco o seis grados centígrados menos, y así sucesivamente...
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